Pinazo, en las dos orillas del Turia

“Indeciso siempre en su trabajo, desconfiado en el éxito, tardo en la ejecución, escaso en la producción artística. Por eso, valiendo tanto, no ha brillado como debiera”. Las palabras proceden de “Las Provincias”. Del retrato literario que se hizo del pintor Ignacio Pinazo cuando García Sanchíz propuso que se le hiciera un homenaje nacional, idea que se tradujo, finalmente, en la concesión de la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

El retrato del diario decano era duro a base de ser veraz. Pero estaba escrito sobre la base de ese afecto y esa honda admiración que siempre ha lamentado que Pinazo no diera a tiempo el salto a Madrid que dieron otros –Sorolla y Benlliure para empezar— en busca de horizontes más abiertos y coleccionistas mejor dispuestos.

Pero las cosas, y sobre todo las personas, son como son; y Pinazo fue siempre distinto a la mayoría, muy especial. De modo que son sus características –las de pintor insatisfecho, investigador, titubeante, nada seguro de su quehacer– las que se pueden rastrear a las mil maravillas en la doble exposición que durante tres meses, hasta enero de 2013, se podrá ver en el Museo de San Pío V y en el IVAM.

Valencia tiene 134 obras de Pinazo Camarlench, 63 en la pinacoteca de la orilla izquierda del Turia y 71 en la de la orilla derecha. Lo que se ha hecho ahora, en desarrollo de una idea afortunada, es intercambiar materiales para conseguir lecturas distintas del maestro a través de la agrupación de épocas y temas. El IVAM muestra 70 obras (36 proceden del San Pío V) que hacen especial hincapié en el retrato. El Museo de Bellas Artes expone 64 obras (37 proceden de la colección del IVAM), que se centran en el paisaje. Las dos completan la obra de un artista singular y nos acercan, además, a su honda dimensión humana.

En las fotos, de «Mundo Gráfico», los homenajes que se rindieron a Pinazo durante la Feria de Julio de 1912.