En las fallas de hace cincuenta años, los paradores triunfaron y reunieron a la buena sociedad valenciana y a la juventud en un clima de euforia que habla claramente de la pujanza de una ciudad que salía del subdesarrollo.
Los paradores no tenían un precio inaccesible para el gran público. Había sesiones de gran gala, a precios altos; pero para los jóvenes de clase media también se daban sesiones de tarde donde se podía bailar y tomar una copa por un precio razonable. En las fallas de 1963 se instalaron nada menos que cuatro paradores: El Farol funcionó en el Pasaje de Ruzafa y se inclinó decididamente al público juvenil, con abundancia de artistas de revista y grupos de rock. El So Nelo, sin embargo, tuvo un sesgo mucho más conservador en busca de un público mayor. Lo que no le impidió traer a Valencia, en los días culminantes, a la Orquesta de Xavier Cugat, con su esposa, Abbe Lane.
Con todo, aún salió a la palestra, en el pletórico año fallero de 1963 el parador del Foc, que encabezaba el programa con Salomé, Chicho Gordillo, Ennio Sangiusto, Katina Ranieri, los rockeros Johnny Halliday y Vince Taylor, la exuberante y famosa Jayne Mansfield y, para coronarlo todo, nada menos que la voz tenebrosa y sensual de Marlene Dietrich. Frente a todo eso, los programadores de El Tró trajeron a un puñado de artistas excepcionales a su local de San Vicente, 89: Enrico Macías, Mara Lasso, Toni Martin, Raphael, Juliette Greco, Edith Piaff y Cyd Charisse son algunas de las estrellas que actuaron en él.
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