«Els gegants del Corpus»… vienen de Madrid

gigantes del corpusConfieso la extrañeza, incluso el cabreo, que el titular causará en muchos lectores; pero no hay otro: los valencianísimos “gegants” del Corpus están directamente tomados de los que desfilaban por las ciudades castellanas en el siglo XVI. “No son indígenas de Valencia: la moda vino de Castilla”, afirma un trabajo nanos del corpusanónimo, pero sin duda de mano maestra, que se publicó en el Almanaque de “Las Provincias” para 1893.

“En el año 1588 –afirma el trabajo de referencia—los jurados enviaron a Madrid un comisionado de la ciudad para enterarse de cómo estaban hechos y vestidos los gigantes que allí se usaban, a fin de hacerlos aquí”. En un escrito enviado a Pere Dassio, síndico enviado a la Corte de Felipe II, que desde el año 1561 estaba ya radicada en Madrid, se le dice que “pera millor solemnizar la festa del Corpus, nos ha paregut fer gegants com se acostumen aquí en Madrit, Toledo y altres parts de Castella, y están fetes les testes, y se han de fer vestits y ornatos de aquells, y perque serán de alguna despesa y fentlos esta ciutat, pareixeria mal, no estiguesen en la perfeció que los de aquí, de Toledo y altres parts, nos ha paregut que mestre Ferrando, ques persona que se enten en esta cosa, vaya a veure y enterarse e la manera que están vestits y ornats los de per aquí, perque vistos eixos, se puguen así mes perfeccionar”.

La comisión enviada a la capital dio sus frutos y el Corpus de Valencia del año 1589 ya pudo ver el desfile de una pareja de cabezudos y de cuatro parejas de gigantes “de 60 palmos de altura”. Sin embargo, la primera descripción detallada del aspecto y la vestimenta de los gigantones y de sus parejas femeninas se puede encontrar en la descripción de las fiestas que Valencia dedicó a la solemne boda que celebraron en esta ciudad, el 18 de abril de 1599, el heredero de la Corona y futuro Felipe III y doña Margarita de Austria. Al día siguiente, 19 de abril, para solemnizar la boda, Valencia celebró una grandiosa procesión, religiosa y cívica, en honor de San Vicente Mártir y San Vicente Ferrer, que sin duda fue como la del Corpus, pero notablemente reforzada.

Después de desfilar por las calles del centro, la comitiva salió por la puerta del Real, cruzó el Turia por el puente del mismo nombre y desfiló bajo los balcones del Palacio Real, donde sus altezas reales y un sinfín de invitados contemplaron el cortejo, colorista y acompañado de músicas y banderas. Allí, detrás de la abundante presencia de los Gremios y oficios, desfilaron “nanos i gegants”, que causaron a los cortesanos la mejor de las impresiones. Uno de los invitados, Felipe de Gaona, no solo escribió una extensa crónica de las bodas reales, sino que describió al detalle la procesión y el vestido de los “nanos i gegants”. Las castañuelas de la danza, el compás de los bailes, el ornato de los gigantes y gigantas, parejas de españoles, gitanos, turcos y negros… todo está minuciosamente escrito en esa crónica que ofrece riquísimos detalles que hoy harían fácil su reconstrucción, 427 años después de su nacimiento, si fuera necesaria.

Los gigantes del siglo XXI tienen cuatro metros de altura y pesan unos 75 kilos. Aunque lo que más llama la atención –¡qué cosas!—es que fueran copiados del Madrid y el Toledo de Felipe II.

Acerca de fppuche

Periodista y escritor. Director de “Las Provincias” desde 1999 a 2002. Desde 2011, miembro de la comisión de Gobierno del Consell Valencià de Cultura.
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